viernes, 31 de mayo de 2013

Eric Abidal, entre lo humano y lo deportivo

(FOTO: www.europe1.fr)
Eric Abidal anunció ayer su adiós al FC Barcelona al término de la vigente temporada. El club catalán ha decidido no renovar el contrato del lateral francés por lo que Abidal abandonará el club en el que aterrizó en 2007 procedente del Olympique de Lyon. 
La historia de sufrimiento y tesón del francés arranca en marzo de 2011, cuando se le detecta un tumor en el hígado por el que tuvo que ser intervenido, perdiéndose el tramo final de la temporada 2010/2011. Posteriormente, y tras un largo proceso, Abidal regresaría en un partido de Champions ante el Real Madrid. Parecía que el francés pondría punto y final al calvario. Sin embargo, de nuevo en marzo pero de 2012, el FC Barcelona anunciaba que el futbolista debía volver a pasar por quirófano para que se le trasplantara parte del hígado, cuyo benefactor fue su propio primo. Tras una larga operación, el lateral se disponía a volver a recuperarse lo antes posible para regresar a los terrenos de juego. Ya en el tramo final de esta temporada, pudo volver a jugar y disputar un total de 4 partidos ligueros. 
Por tanto, que el FC Barcelona anuncie ahora que no renueva el contrato de un futbolista que solo ha disputado unos pocos partidos en los últimos dos años no es ninguna sorpresa. Se podría decir, incluso, que es algo muy normal. Nada que objetar, por tanto, desde el punto de vista deportivo. Abidal ya no tiene sitio en un Barcelona en el que Jordi Alba le cierra el paso como lateral izquierdo titular y sin que nadie le asegure poder volver a jugar al máximo nivel, a pesar del optimismo de los médicos. 
Sin embargo, el problema surge desde el punto de vista humano. Durante los últimos años en los que el “22” culé ha estado fuera tratando sus problemas, las muestras de cariño de sus compañeros y los mensajes desde el club siempre fueron favorables a mantener al francés en el equipo independientemente del aspecto deportivo. El Barcelona quiso vender una imagen al exterior como club solidario y humano, que renovaría al jugador en cuanto éste jugara algún partido. La maquinaria propagandística del club no perdió el tiempo en sacar partido a la situación para mejorar aún más la imagen social y humana de un club obsesionado con mostrar al mundo unos valores que, supuestamente, casi posee en exclusividad.
Pero nada más lejos de la realidad. Tras comprobar que deportivamente el jugador ya no es tan útil como aquel que llegó a Barcelona como mejor lateral izquierdo del momento y completó unas primeras campañas a gran nivel, el club ha decidido prescindir de sus servicios y ahorrarse la ficha de un futbolista que no puede, o no se confía en que pueda, rendir al nivel esperado. Así pues, discordancia clara entre lo que se publica y lo que realmente se hace.
Sea como fuere, por el bien del francés, ojala pueda volver a recuperar el nivel del que un día disfrutó y jugar sin problemas en el club que se atreva a contratarlo. Ahora esa será la cuestión. Encontrar un lugar donde tengan la voluntad de esperarle y confiar en que el francés pueda volver a la normalidad. 
Y es que a veces lo deportivo y lo humano chocan frontalmente. Un club de fútbol, y mas aún uno tan grande, no es una ONG, eso está claro. Pero hay que tener cuidado con lo que se quiere vender al exterior. Esa publicidad de la que tanto se ha preocupado la junta directiva liderada por Sandro Rosell desde su llegada al club y que, a veces, se vuelve en contra de las decisiones tomadas. 
Quizás no sea tarde aún para que el presidente de un club tan grande como el FC Barcelona se diera cuenta de ello y el club invirtiera todos sus esfuerzos en mantener un equipo de leyenda como el que dispone y dejar limpia una imagen que, con cosas como ésta, termina quedando algo ensuciada…

lunes, 27 de mayo de 2013

Dortmund 1-2 Bayern: Heynckes pasa a la leyenda

FOTO: www.losandes.com.ar

El Bayern ha conquistado su quinta corona continental tras imponerse al Dortmund en una preciosa y disputada final con opciones para ambos equipos y el precioso ambiente en un Wembley abarrotado.

El partido arrancó con dominio del Dortmund, que supo salir más enchufado ante un Bayern algo temeroso que prefirió la opción del contraataque como arma principal. Así, llegaron las primeras ocasiones para los de Klopp, una primera de Kuba y otra de Lewandowski que sacó Neuer. La presión inicial procedente de la pizarra de Klopp daba sus frutos. Poco a poco, el Bayern se fue desperezando y encontrando la profundidad de Robben. Con varias salidas a la contra, convirtió a Weidenfeller en el mejor del Dortmund sacando varias al propio Robben y otra a Mandzukic tras perfecto cabezazo del croata. Los centrocampistas perdieron importancia para optar por el juego más directo. Y en eso, el Bayern es protagonista.

Tras la reanudación, el dominio fue bávaro. Con un Dortmund que nunca terminó de encontrar su juego, los de Heynckes se apoderaron de la posesión y marcaron el ritmo del partido. Un dominio que derivó en el primer tanto, obra de Mandzukic. Jugada de Robben por la izquierda y asistencia para el croata que solo tiene que empujarla. A partir de ahí, el Dortmund quiso reaccionar y lo hizo con el penalti de Gundogan que ponía nuevamente la igualada en el marcador. Pero solo fue un espejismo. Quizás Dante pudo haber visto la segunda amarilla en la jugada y cambiar el rumbo del partido, pero no fue así y el Bayern, sin un juego brillante pero dando sensación de controlar el partido en todo momento, terminó por generar peligro a base de velocidad y empuje. Robben, en el 88, acabó con cualquier atisbo de esperanza para el cuadro de Klopp. Tras un balón largo, aprovecha un rechace para meterse entre los centrales y definir ante Weidenfeller con un disparo suave. De nada sirvieron ya los tardíos cambios de Klopp.

Terminó el sueño del Dortmund y empezó el del Bayern, que conquista su quinta Champions en una temporada para el recuerdo. Hoy no fue la apisonadora de otros días pero si dio la sensación de empaque que se esperaba de este equipo y manejó mejor los tiempos que su rival. Heynckes no podía esperar una despedida mejor. El veterano entrenador alemán se despide de los banquillos este verano con otra Champions bajo el brazo y ampliando su leyenda.

Por otro lado, Klopp no pudo darle al Dortmund el título soñado pero él y su Dortmund pueden estar orgullosos de la temporada que han completado en Champions. Tiene un equipo joven y posibilidades de seguir creciendo. El tiempo, en este caso, puede ser un aliado.

Punto y final a la Champions 2013. El espectáculo continental baja el telón hasta la próxima temporada. Enhorabuena al Bayern y su afición...

miércoles, 22 de mayo de 2013

Dortmund vs Bayern: la nueva o la vieja historia

FOTO: www.ochemclothing.com

Llega la gran cita futbolística del año en Europa. La final de la Champions League es siempre uno de los grandes acontecimientos del año. Esta temporada, la cita acoge una fiesta, a su vez, del fútbol alemán con el duelo entre el Borussia Dortmund y el Bayern Múnich. Algo así como la culminación de la escalada del fútbol teutón en los últimos años. 

Wembley será el escenario de una final entre dos equipos tremendos, con estilos diferentes, pero con ciertas cosas en común, propias de los equipos alemanes. Los de Heynckes parten como favoritos para conquistar un trofeo que se les resiste desde hace ya demasiado tiempo, el último fue en 2001, y que se ha convertido en objetivo prioritario para la entidad. En Múnich todavía se recuerda el duro varapalo de la temporada pasada tras perder la final jugada en su estadio ante el Chelsea. 

Sin embargo, el Bayern 2012/2013 es otra cosa. Llega a la gran cita europea tras haber completado una temporada histórica en la Bundesliga, conquistando el título con récord incluido, y clasificado para la final de la DFB Pokal, donde se enfrentará al Stuttgart. Pero sin duda, la Champions ha sido hasta ahora el gran escaparate del equipo. Tras superar la fase de grupos con comodidad, los de Heynckes han superado cada ronda con brillantez. Sus demostraciones ante Juventus y Barcelona han asombrado al continente y le han llevado a tener el cartel de máximo favorito al trono europeo.

Estamos ante un equipo comprometido al máximo, capaz de llevar el peso del partido o de contragolpear si la situación lo requiere. Que lleva a sus rivales a una intensidad insoportable. Un equipo que basa su poder defensivo en la competitividad de sus jugadores y su ataque demoledor en la velocidad de los de arriba y su acierto rematador. Una máquina muy bien engrasada con pocos puntos débiles. 

De cara a la final, Heynckes volverá a apostar por un 4-2-3-1, probablemente con Neuer bajo palos, Lahm, Boateng, Dante y Alaba en defensa, Schweinsteiger y Javi Martínez como mediocentros, Ribery, Müller y Robben en la línea de tres y Mandzukic arriba. Once de gala con las únicas ausencias de los lesionados Kroos y Badstuber. 

En el Borussia Dortmund las cosas son bien distintas. Tras una temporada irregular en Liga y eliminados de la DFB Pokal, la Champions ha sido la gran tabla de salvación durante la temporada. En esta competición es donde se ha visto al mejor Dortmund y donde se ha dado a conocer al continente. Hoy, gracias a ello, los futbolistas del Dortmund son pretendidos en media Europa. 

Los de Klopp llegan a la cita tras haber superado la fase de grupos como líder en el que fue denominado "grupo de la muerte" superando a Manchester City, Real Madrid y Ajax. Después, en las eliminatorias, aunque algo más ajustado fue capaz de derrotar a Shaktar, Málaga y Real Madrid. Esos dos últimos encuentros ante los madridistas, dejaron dos caras bien distintas del equipo. Un partido brillante en Dortmund, con un Lewandowski colosal y uno algo más dubitativo en Madrid, donde acabó colgado del larguero ante la presión rival. 

Y es, precisamente, esa presión la que seguramente tendrá que superar en la final. Además, preocupa y mucho el estado físico de algunos hombres clave como Hummels o Piszcek que, aunque parece que estarán en la cita, no lo harán al 100%. Sin embargo, tras la ausencia confirmada de Götze, su aportación se antoja fundamental.

Por otro lado, el Dortmund es un equipo alegre, con un contragolpe tremendo y una velocidad de transición muy rápida. También el juego aéreo es otra de sus armas. Y ninguna de ellas le sobrará si quiere alcanzar el sueño de repetir éxito continental tras el de 1997. Klopp también apostará por el 4-2-3-1, con Weidenfeller bajo palos, Piszcek, Subotic, Hummels y Schmelzer en defensa, Bender y Gundogan como mediocentros, Reus, Kuba y  Grosskreutz en la línea de tres y Lewandowski arriba. Es decir, el mismo equipo que jugó la mayor parte del partido en el Bernabéu tras la tempranera retirada de Götze. 

Así pues, las opciones de cada equipo pasan por imponer su juego, ganar la pelea en mediocampo y evitar las pérdidas que generen contragolpes. Preciosa se antoja la batalla táctica en los banquillos, con un ilustre como Heynckes y un alumno aventajado como Klopp. Es un partido tan rico en esa materia y con tantos condicionantes y posibilidades que serían imposibles de señalar por completo. Solo queda añadir que Nicola Rizzoli, colegiado italiano, será el encargado de impartir justicia. 

Es, en definitiva, la final de la Champions, donde a veces termina sirviendo más el corazón que la cabeza. Ese que pondrán en las gradas los 90.000 afortunados que abarrotarán Wembley. Un entorno inmejorable para un partido enorme. La segunda para el Dortmund o la quinta para el Bayern espera. Ahora solo queda que eche a rodar el balón...

sábado, 18 de mayo de 2013

El Atlético, campeón de Copa

FOTO: www.elrincondelbalon.hol.es

El gran derbi madrileño vivía anoche un nuevo episodio en su particular historia en el Santiago Bernabéu. Esta vez, lo hacía bajo los focos de la Final de la Copa del Rey, aquel torneo añejo que pese al intento continuo de devaluación que mantienen sus creadores, todos los años nos deja grandes imágenes para el recuerdo y partidos vibrantes. 

La final de anoche no pasará a formar parte de la hemeroteca de partidos de vistoso juego y fútbol de categoría, pero si se ha convertido ya en un partido histórico para todos los atléticos de corazón. Simeone y los suyos pusieron fin a 14 años de sequía rojiblanca ante el eterno rival y lo hicieron en el mejor momento posible. Con un título esperando en el palco. 

Fue, tras un partido intenso, en el que un equipo supo a qué quería jugar casi desde que se supo el emparejamiento. Puede gustar más o menos el estilo de Simeone y su Atlético, pero nadie le puede negar que es un equipo con identidad y con resultados. Ayer, planteó al Madrid un partido muy físico, basado en el repliegue atrás y salidas rápidas a la contra. Eso, y un despliegue físico brutal, con intensidad, sacrificio y dureza. Un planteamiento que bien se podía haber desmoronado ante un rival que moviera la pelota con soltura o ante un colegiado poco permisivo con los contactos. Ninguno de esos dos condicionantes se dio, ya que ni el Madrid supo mover el balón con la rapidez y frescura necesarias, ni Clos Gómez estuvo por la labor de prohibir el juego duro asi que todo le funcionó a la perfección al argentino. 

Lo primero lo venimos advirtiendo toda la temporada. Este Madrid de Mourinho es tremendo con espacios a la contra, pero tiene unos problemas inmensos en ataques estáticos. La falta de movilidad de sus futbolistas hace que defenderlos sea casi un placer para cualquier defensa rival. Al Atlético le bastó con cerrar espacios por dentro, acumular hombres y esperar. Y cuando el Madrid, casi por inercia, encontraba resquicios, los postes o las paradas salvadoras de Courtois daban aire a los colchoneros. 

Lo segundo, también empieza a ser común. Clos Gómez no es árbitro para una final, sea de lo que fuere. Es más, me atrevería a decir que es de los peores colegiados de nuestra Liga. Tanto en su capacidad receptiva como en su forma de dirigir un partido. Anoche volvió a resultar un árbitro casi burlesco, inexistente. No supo llevar el partido, estuvo chulo y soberbio con los protagonistas, castigó con exceso jugadas sin importancia y permitió la dureza como arma defensiva. Ojalá esta final haya servido para que no tengamos que volverle a ver pitar otra. 

Pero volvamos al juego. Cristiano, ese delantero indomable acostumbrado a las grandes noches, volvió a aparecer bien temprano para adelantar al Madrid. Su remate portentoso a la salida de un córner permitió a su ponerse en ventaja. Hasta entonces, esos primeros minutos habían valido para ver a un Madrid más dominador y a un Atlético replegado atrás esperando su momento. A partir del gol del portugués, todo cambió. El Madrid perdió el control y el Atlético se fue haciendo dueño del partido. Así hasta que una gran jugada de Falcao con asistencia a Diego Costa fue finalizada brillantemente por el brasileño. 1-1 y la sensación de que este Atlético empezaba a creerse de verdad que la final podía ser suya. Así llegaríamos al descanso, a pesar de un último arreón blanco con disparo al poste de Ozil incluído. 

La segunda parte fue aún más fea en cuanto a fútbol se refiere. El Madrid no terminó de encontrarse casi en ningún momento, desesperado con el árbitro y con el rival. A pesar de ello, tuvo varias ocasiones y dos nuevos remates a la madera de Benzema y Cristiano para cambiar el choque. El partido tenía el ritmo que el equipo de Simeone quiso. Demasiado espeso y enredado para los blancos. Realmente, los rojiblancos tampoco tuvieron grandes ocasiones en esa segunda mitad, salvo dos disparos de Filipe, uno demasiado flojo y otro, en volea, que se marchó fuera. Lo que si sorprendió es llegar a la prórroga sin ningún recambio en ambos equipos, especialmente en el Madrid, donde la velocidad de hombres como Di Maria podían hacer daño a la zaga atlética. Pero Mourinho prefirió hacer los tres cambios al inicio del tiempo extra. Higuaín, Di Maria y Arbeloa sustituyeron a Modric, el mejor blanco del partido, Benzema y Coentrao. 

La prórroga fue mucho más atlética que madridista. Los de Simeone, mejor físicamente, terminaron de llevar el partido a su rincón y el Madrid se diluyó poco a poco. Diego Costa ya avisó con un mano a mano que Diego López salvaría y Miranda remataria la faena tras un centro de Koke que el brasileño remató a la red. 1-2 y media final en el bolsillo. A partir de entonces y sobre todo en el segundo acto, todo fueron patadas, disputas, Clos Gómez en su papel de quiero ser el protagonista y resignación, mucha resignación en el Madrid. Cristiano acabó expulsado por un lance con Gabi y Mourinho también acabaría en el vestuario antes de tiempo por protestar una falta. Además, Simeone terminaría por encontrar en los cambios otra manera más de enfriar el partido. Arda, Diego Costa y Juanfran dejaron su lugar a Cata Diaz, Raúl García y Adrián. Aun así, Higuain y Ozil tuvieron sendas ocasiones para cambiar el devenir del partido, pero Courtois se convirtió en salvador. 

Una final de la que el belga sale muy reforzado junto a todo su equipo y, muy especialmente, junto a Simeone. Se acabó el sufrimiento de tantos años para los atléticos. 14 años han sido demasiados y esta Copa del Rey sabe a gloria en el Calderón. 

Por el contrario, Mourinho se queda sin el último título posible esta temporada que, entre líos y más líos, se cierra con una Supercopa. Desde luego, muy pobre balance para un equipo destinado a cotas tan altas como este Real Madrid. Tiempo de reflexión en el Bernabéu. Veremos en que queda.

viernes, 17 de mayo de 2013

El Chelsea, campeón de la Europa League

FOTO: www.noticias24.com

El Chelsea consiguió el pasado miércoles su primera corona en la Europa League tras derrotar en la final al Benfica portugués por dos tantos a uno. 

Fue, tras un partido con dos partes bastante diferentes. Una primera con dominio claro del Benfica que supo iniciar el partido con gran intensidad, basando su poder en una asfixiante presión arriba que motivó la incapacidad de su rival para sacar el balón jugado desde atrás y la sucesión de un buen número de ocasiones para el cuadro lisboeta. Jorge Jesús sabía que esa presión obligaría a los centrales del Chelsea, no demasiados dotados técnicamente, a abusar del balón largo como así ocurrió y utilizó la movilidad entre líneas de Rodrigo para hacer daño a una defensa que se vio casi desbordada en esos primeros compases de final. 

Sin embargo, fue precisamente la falta de pegada portuguesa la que evitó que el cuadro inglés llegara al descanso con un resultado muy adverso. Es de dominio público que cuando un equipo perdona tantas ocasiones y tan claras, especialmente en Europa, lo suele pagar caro. Y ni Cardozo, ni Gaitán, ni Salvio, ni el propio Rodrigo acertaban con la meta de un Cech al que se le acumulaba el trabajo. Por su parte, arriba, ni rastro del Chelsea. No aparecía Mata, muy limitado por ese abuso del juego aéreo ni lo hacían Oscar o Torres. Tampoco Lampard, sin apenas capacidad de llegada estando tan atrás junto a David Luiz y motivado por la sorprendente posición de Ramires en la derecha.  

Al descanso, nadie hubiera dado un solo euro por el cuadro de Benítez a pesar del 0-0. Pero el fútbol es tan maravilloso como cambiante y los ingleses retomaron la final con otra cara. El Benfica pagó demasiado su gran esfuerzo físico y, poco a poco, fue desapareciendo del partido. El Chelsea, por el contrario, se fue encontrando cómodo. Mata y Lampard comenzaron a aparecer en el partido y Torres encontraba espacios en la adelantada y valiente defensa lisboeta. Así llegaría el primer gol, desde un saque de Cech que tras pasar por Mata, llegaría en ventaja para Torres. Si algo ha gustado siempre al madrileño es encontrar espacios a la espalda de los zagueros para correr. Destrozó a Garay y a Luisao y tras regatear a Artur en su salida, anotaba el 1-0 para el cuadro inglés. 

Aquello parecía el final para el Benfica de un Jorge Jesús que intentaba buscar soluciones con la mayor rapidez posible. El entrenador portugués retiraría a Melgarejo y a un Rodrigo ya muy cansado para dar entrada a John y Lima en busca de mayor profundidad y algo más de presencia arriba. Y en apenas dos minutos encontraría el premio con el penalti por manos de Azpilicueta que Cardozo transformó en el empate. Un resultado que quizás hacia más justicia al partido de ambos. 

Pero el fútbol tenía previsto un final de partido aún más cruel para el Benfica. Tras varios minutos de mucho miedo a perder y mayor cansancio físico, un córner en el descuento y cabeceado a la red por Ivanovic supondría el definitivo 2-1. Nadie se explica aún como la zaga benfiquista permitió a un cabeceador tan experto como el serbio rematar tan plácidamente. Quizás el cansancio que comentaba, quizás la inexperiencia. Sea como fuere, al Benfica se le escapó la final en un detalle tan absurdo como devastador. Y Benítez y su Chelsea encontraban la gloria. 

El madrileño, en apenas seis meses, ha dejado al Chelsea metido en Champions y conquistando otro título continental. No es, desde luego, mal bagaje para un entrenador interino. Los que tanto le pitaron a su llegada a Stamford Bridge han tenido que terminar por rendirse ante un entrenador que prefirió la vía del trabajo a la de la resignación ante una grada que no le quería allí. Lo dije hace unos días en otro caso, el buen trabajo suele tener premio. Y Benítez lo encontró en el Ámsterdam Arena. 

Primera Europa League para un equipo inglés en una final que tampoco pasará a la historia por su belleza pero que deja felices a unos y muy tocados a los otros. No olvidemos que este Benfica suma ya siete finales europeas consecutivas sin vencer y  ha visto escapar dos títulos esta temporada (Liga y Europa League) en el minuto 92 de los partidos. A veces, el futbol es realmente cruel, pero seguro que los de Jorge Jesús se levantan y la próxima temporada volverán a dar guerra. Tiene plantilla para ello...

domingo, 12 de mayo de 2013

Sir Alex Ferguson, el adiós de la leyenda

FOTO: www.businessinsider.com

Esta misma semana se hacía oficial una de esas noticias que, aunque sabes que tarde o temprano se confirmarán, nunca terminas de creerte que van a ocurrir realmente. Sir Alex Ferguson anunció su adiós a los banquillos tras 38 temporadas, 27 de ellas a cargo del Manchester United. 

Obviamente, cuando un entrenador acumula los años al frente de un gran club y los títulos que atesora Ferguson, la palabra Mito o Leyenda adquiere un protagonismo mayor. No cabe duda que el caso del escoces es casi único en el mundo del fútbol, y más aún en el actual, tan acostumbrado a devorar entrenadores. Su marcha supone el final de una manera de entender el fútbol y de una política de club que ha convertido al United en el equipo más laureado de Inglaterra junto al Liverpool.

Pero para entender lo que hoy es Ferguson hay que retroceder al principio. Fergie arranca su carrera como entrenador, antes fue jugador en el St. Johnstone y en el Falkirk, en el Saint Mirren donde gana una Liga escocesa en las tres temporadas que ocupó el banquillo. Después, emigra al Aberdeen, donde consigue acabar con la hegemonía del Celtic y el Rangers consiguiendo 3 Ligas, 4 Copas, 1 Copa de la Liga, 1 Recopa y 1 Supercopa de Europa. Sus grandes éxitos en el país pronto llaman la atención de muchos otros clubes europeos. Finalmente, en 1986, es el Manchester United el que consigue hacerse cargo de sus servicios. Ferguson llega a un United que está lejos, muy lejos, de ser el equipo que es actualmente. Desde la gran época de Matt Busby, donde el United había conquistado su primera Copa de Europa entre otros títulos, los diablos rojos no obtenían grandes logros, a excepción de dos Supercopas (1977 y 1983) y tres FA Cup (1977, 1983 y 1985). Por hacernos una idea de lo que era el United, hasta entonces, el número de Ligas del club inglés era de 7 entorchados (títulos de First Division ya que la Premier League llegaría años más tarde). 

Lo de Ferguson tampoco fue llegar, ver y vencer. En sus primeras cuatro temporadas al frente del club y a pesar de lo gastado en fichajes para crear un gran equipo, solo consigue un título más de FA Cup (1989-90). De hecho, ese triunfo sobre el Crystal Palace evitó que el escocés fuera despedido. Sin embargo, a partir de entonces, todo cambiaria para Ferguson. La creación de la Premier League en 1992, en la que el entrenador del United participó activamente, fue decisiva. El aumento en el número de ingresos y el fortalecimiento de la Liga inglesa permitió crear mejores equipos de los que el United fue el gran exponente. Después de la Recopa y la Supercopa de Europa del 91, Ferguson llevaría a Old Trafford su primer título de Premier League en la temporada 92/93, la primera con el nuevo modelo Premiership. 

A partir de ahí solo llegarían éxitos para el Manchester United y Ferguson que acabará llevando a su equipo hasta los 20 títulos ligueros (13 de Premier). El escoces sumará también 10 Supercopas, 5 FA Cup, 4 Copas de la Liga, 1 Mundial de Clubes, 1 Intercontinental y 2 Copas de Europa (1999 y 2008).

Pero el gran cambio, la gran aportación de Ferguson al fútbol y a sus equipos, especialmente el Manchester United, no está en los títulos que son muchos, sino en la concepción, en la manera de entender el fútbol británico y cambiarlo por completo. Su labor, como decía, fue clave para la creación de lo que es hoy la Premier League. Ferguson entendió que el fútbol inglés debía prosperar si quería pelear con las grandes Ligas y conquistar títulos en Europa. Además del cambio a la Premier, Ferguson se dio cuenta de que, sobre todo en Europa, el estilo de juego británico no obtenía frutos ante modelos mucho más avanzados táctica y futbolísticamente y apostó por un estilo que combinara el futbol directo típico de los ingleses con un juego mucho más elaborado y, sobre todo, mucho más por abajo. A pesar de unos últimos años con una idea algo más conservadora, el estilo del United de Ferguson fue muy alabado en el continente por su belleza y espectacularidad. Incluso, Ferguson fue el padre de una generación de futbolistas jóvenes excepcionales que llevaron al Manchester United a las cotas más altas y que fue conocida como los “Fergie Babes”, liderada por Ryan Giggs y David Beckham.

Tras todo eso y llevar al Manchester United a ser uno de los clubes más poderosos y laureados del continente, Ferguson decide poner punto y final a su carrera. A partir de ahora, ocupará un puesto dentro del club inglés ya alejado de los grandes focos y de los banquillos. Sin embargo, su recuerdo y su legado quedan para siempre junto con la admiración del mundo del fútbol y de sus seguidores. Y es que su carácter nunca dejó indiferente a nadie. Amado y odiado casi a partes iguales. Le han tildado de ser abusivo, borde, borracho y hasta de manejar los comités de la Premier. Pero al final, y es lo importante, se lleva el respeto de todos. 

Esta misma tarde se despide de Old Trafford levantando su último título de Premier. Seguro que serán momentos muy emotivos tanto para el como para un estadio y una afición que le idolatra. Y es que se va uno de los grandes entrenadores de la historia de este deporte. Hasta siempre, Sir Alex…